**Alison Osinski, Ph D.**

  • Causas de ahogamiento
  • Incapacidad para nadar
  • Agotamiento, cansancio
  • Pánico
  • Fauna marina peligrosa
  • Calambres
  • Golpe, herida en la cabeza o columna
  • Emergencia cardíaca repentina
  • Electrocución
  • Desvanecimiento en aguas poco profundas
  • Coma diabético y pérdida del conocimiento
  • Ataque
  • Shock eléctrico
  • Hipotermia
  • Estar enredado o atrapado
  • Malestar por descompresión, embolia aérea
  • Laringoespasmo o sofocamiento (ahogamiento seco)
  • Intoxicación con alcohol o drogas
  • Reacción al agua contaminada
  • Suicidio
  • Homicidio o daño intencional o no intencional

Ante una emergencia, el socorrista debe evaluar la situación a fin de establecer el grado de daño al usuario, si la situación compromete la vida o no, qué tipo de ayuda puede proporcionar en forma segura y si hace falta convocar personal de emergencia.

Es primordial que el socorrista reconozca una emergencia acuática mientras está ocurriendo y proporcione ayuda inmediata. No reconocer a un nadador en problemas, una persona inconsciente que flota en la superficie o se encuentra sumergida, o una persona que se está ahogando puede tener como consecuencia daños permanentes, discapacidades o la muerte del usuario. Si la emergencia acuática ya llegó al punto en que la persona se encuentra inconsciente y no respira, el tiempo es un factor crítico. Cuanto más se demore el comienzo del rescate, es menor la posibilidad de resucitar con éxito a la víctima sin que se vea gravemente afectada. Si no se establece una vía aérea permeable en una víctima con muerte clínica y no se restablece la respiración y circulación dentro de los 4 minutos, ocurrirá la muerte biológica y el daño cerebral irreversible. Los procedimientos de soporte vital básicos deben comenzar dentro de los 4 minutos posteriores al cese de la respiración.

¿Quién tiene mayor probabilidad de estar en problemas en el agua y necesitar ayuda? Las estadísticas recogidas en los últimos años muestran que los usuarios que:

  • están poco familiarizados con el lugar: usuarios de primera vez, miembros nuevos o invitados.
  • no saben nadar bien: se los reconoce por su conducta cautelosa, como asirse a la canaleta, buscar apoyo en otra persona o depender de un elemento de flotación para mantenerse a flote.
  • no saben nadar: personas que no han tenido oportunidad de aprender a nadar debido a circunstancias económicas, miedo al agua o falta de un lugar cercano o conveniente donde aprender a nadar.
  • saben nadar, pero su equilibrio, juicio o capacidad cognitiva se ven afectados por intoxicación o alguna condición médica.
  • son niños muy pequeños o personas muy mayores.
  • son varones, adolescentes o de alrededor de 20 años, que al estar en grupo realizan actos peligrosos o proezas acuáticas más allá de su habilidad.
  • saben nadar pero cuya capacidad para moverse libremente en el agua se encuentra limitada, incluyendo personas discapacitadas, padres que intentan mantenerse a flote y sujetar a sus hijos al mismo tiempo, y nadadores que hayan sufrido alguna herida o golpe al ingresar al agua.

El usuario en sufrimiento acuático no se está ahogando pero es consciente de que se encuentra en una situación peligrosa y necesita ayuda en el agua. Los patrones de comportamiento a los que se debe prestar atención incluyen un usuario que se encuentra sobre o apenas debajo de la superficie del agua en posición levemente diagonal, a menudo realizando movimientos con sus brazos y piernas que salpican y resultan infructuosos. Tal vez pueda pedir ayuda, o no. Si el usuario en problemas no puede ponerse a salvo y alcanzar por sus propios medios una zona baja, el borde de la piscina, el salvavidas o algún otro apoyo, o si el socorrista no se encuentra disponible en forma inmediata, una situación de sufrimiento puede convertirse en un ahogamiento.

El ahogamiento puede ocurrir sobre o debajo de la superficie del agua y en algunos casos incluso fuera de la piscina. Las víctimas de ahogamiento pueden estar conscientes o inconscientes, dependiendo de las circunstancias que llevaron a la situación de emergencia como también del grado de avance de la situación de ahogamiento. La fisiología del ahogamiento varía según la víctima se haya ahogado en agua dulce, clorada, salobre o contaminada.

La mayoría de los ahogamientos son ahogamientos “húmedos”, lo que significa que se ha aspirado agua u otro fluido. La víctima respira agua y la lleva a sus pulmones.

Un bajo porcentaje de los ahogamientos son ahogamientos “secos”. En ellos, la víctima contiene la respiración en forma involuntaria y se sofoca, o se produce una contracción muscular o espasmo de la laringe (el músculo y cartílago en la parte superior de la tráquea que contiene las cuerdas vocales) producido por gotas de agua que golpean con fuerza la epiglotis (el cartílago similar a una válvula que se encuentra detrás de la lengua) y no permiten que el aire ingrese a la tráquea (vía aérea o canal de aire). El ahogamiento seco suele ocurrir cuando una persona ingresa a la piscina con fuerza desde un lugar alto, como por ejemplo un trampolín, o a alta velocidad, como cuando se desliza por un tobogán de agua. El espasmo de ahogamiento seco suele ocurrir entre 6 a 10 minutos luego de que el agua golpea la epiglotis y es acompañado por ahogo y atragantamiento. La víctima puede encontrarse aún en la piscina en el momento en que ocurre el espasmo, o puede que ya haya salido del agua.

Por lo general, una persona inconsciente estará boca abajo en el agua, al principio sobre la superficie pero de a poco se irá hundiendo hacia el lugar más profundo de la piscina. No habrá movimientos corporales perceptibles durante 10 o más segundos. El cuerpo puede estar flácido o muy rígido, y finalmente padecerá convulsiones hipóxicas, debido a la falta de oxígeno en el cerebro. Esta etapa de convulsiones puede estar acompañada por la expulsión de espuma por la boca y movimientos espasmódicos y violentos.

Por lo general, se reconoce a una víctima de ahogamiento consciente y activa por la posición vertical o apenas diagonal de su cuerpo en el agua, la cabeza echada hacia atrás y la cara mirando hacia arriba, la boca en forma de “O”, tal vez jadeando o reteniendo la respiración en forma involuntaria. Suele darse el caso de que no pueda pedir ayuda. En general hay muy poco movimiento de piernas, o incluso ninguno, pero los brazos se encuentran a los lados del cuerpo, y se agitan y empujan hacia abajo para tratar de mantenerse cerca de la superficie. La víctima está desorientada y luce sorprendida. Los ojos pueden estar bien abiertos o cerrados con fuerza. La víctima suele estar en una posición neutral o levemente negativa en el agua. Esta lucha en la superficie suele durar no más de 10 a 20 segundos, y luego se entra en la siguiente etapa del ahogamiento. La duración de cada etapa de ahogamiento dependerá de la edad de la víctima, su condición física, su nivel de agotamiento, su capacidad de nado y también de la temperatura del agua y de otras complicaciones, tales como ataques, desvanecimiento en aguas poco profundas, lesiones o golpes.

  • Etapas del ahogamiento (víctima activa)
  • Lucha por mantenerse en la superficie (10-20 segundos)
  • Apnea involuntaria (30-90 segundos)
  • Inconsciencia (60 segundos)
  • Convulsiones hipóxicas (5 -10 segundos)
  • Aspiración
  • Muerte clínica (3 – 4 minutos)
  • Muerte biológica (4-6 minutos)