El cuadro de la demandante, que ya había pasado por tres cirugías de columna para reparar las lesiones que había sufrido en un accidente de coche, se había deteriorado recientemente, lo cual se manifestaba con grandes dolores y una disminución de la función motora de la pierna izquierda. Su cirujano pretendía sustituir el cajetín intervertebral con nuevos elementos de fijación para estabilizar la columna vertebral y así aliviar los síntomas.
Durante la cirugía, dos empleados de un grupo privado de monitoreo neurológico debía controlar la función cerebral de la demandante, conjuntamente con un neurólogo que debía interpretar las ondas de potenciales evocados somatosensoriales en línea. El neurólogo no pudo iniciar sesión en el sistema, lo cual el cirujano desconocía. En lugar de informar al cirujano, los empleados de dicho grupo procedieron a intentar interpretar las ondas del demandante por su propia cuenta, a pesar de que no tienen la calificación ni la capacitación para hacerlo.
Durante la cirugía, las señales de monitoreo se perdieron abruptamente, lo cual no se comunicó de inmediato al cirujano y se atribuyó erróneamente a una falla en el equipo por parte de los empleados del grupo privado de monitoreo neurológico. Después de la operación, la demandante no tenía función motora ni sensorial en ninguna de las piernas, un estado también conocido como paraplejia bilateral. A pesar de los intentos posteriores a través de cirugías reparadoras, su condición no mejoró.
Como un resultado directo de la demanda presentada e interpuesta por Michels & Lew, la cliente obtuvo un fallo favorable por $ 20 millones.